Algunas veces pienso...

Algunas veces pienso...
Fotografía tomada por Gustavo L. Tarchini

miércoles, 13 de agosto de 2008

ELEGIA PARA UN SUICIDIO FRUSTRADO

A mi amigo John Médico Salcedo

Pensar… analizar y decidir…
Tanto tiempo erguida! Diferentes razones fisuraron la pétrea estampa que la gente veía, sin percibir que se trataba de una fachada creada a tal efecto; pero la obra teatral estaba llegando al final, la urdiembre que lograra tejer Silvia, ahora mostraba sus agujeros aquí y allá. Marcas de resentimiento silencioso, dolor, rencores escondidos y soledad habían hecho mella.
Del mismo modo, sabía, porque no era tonta, que existían hechos que estaba en condiciones de catalogar o juzgarlos como “sus triunfos”. Más bien eran pequeñas conquistas y satisfacciones personales, que quizás hubiesen pasado desapercibidas tanto para allegados como gente extraña, pero significaban nutrir el ego con la dosis necesaria de esa droga que alimenta la estupidez del orgullo humano, aunque personalmente, no se llamaba al engaño.
Luego de meditar la situación a la luz de una crisis por la que pasaba, decidió que su vida no era necesaria; poco y nada su presencia – o ausencia – modificaría o afectaría la vida de otros. Cada uno construía el propio camino como mejor lo consideraba, o como podía… quizás incluso, estaba en condiciones de solucionar muchos inconvenientes si simplemente se esfumaba de la vida terrenal, y por fin acabaría todo. No más problemas ni molestar a nadie. No demostrar a diario que era una mujer que trataba de hacer las cosas bien y honradamente; - o al menos nunca se enteraría de los comentarios mal intencionados y de las elucubraciones de aquellos que conseguían trepar sobre los restos del decente – estaba diciendo basta!! De la mejor forma que se le ocurría; si no podía ser feliz, al menos conseguiría que los que estaban detrás de si lo fueran, o eso era lo que intentaba…
Y lo decidió…, tranquila, muy tranquila después de largo tiempo. Escribió dos cartas, donde explicaba razones, dejaba paz sobre la conciencia de aquellos que le importaban. Se bañó y perfumó, eligió un lindo camisón, llevó las cápsulas y la botella de whisky con el vaso, que acomodó cuidadosamente en la mesa de luz.
Miró la hora, era demasiado temprano, alguien podría llamar o golpear la puerta y sospecharía que las cosas no estaban bien; mejor esperar el momento de dormir…
Encendió la computadora y puso música suave. María Marta Serra Lima le regalaba “A mi manera”, tema que le trajo recuerdos, pero los desechó de inmediato. Sin embargo las palabras también reflejaban su historia.
Finalmente, decidió curiosear en Internet, dejar que transcurrieran los minutos. Las caritas de los contactos estaban grisadas, dormidas, nadie conectado… y aun faltaba media hora para la medianoche. Estaba por apagarla cuando una de ellas se coloreó de anaranjado y sonrió…
A un lado del icono se leía “Andree - Deco” y se esforzó por recordar de quién se trataba. Buscó por un momento en su memoria. Era un tímido jovencito del Perú con el que conversaba algunos días, le gustaba jugar fútbol y estaba enamorado de una chica de Buenos Aires.
Cliqueó sobre la imagen y le dijo hola! De inmediato, él respondió y hablaron un rato: también estaba triste por algún motivo.
Cuando puso nuevamente los ojos sobre el reloj, marcaba las 00,30 a.m. y se despidió de Deco.
- Hasta mañana, amiga.
- Adiós Deco.
- ¿Cómo adiós?? No entrarás mañana?
- No, no entraré.
- Espera… que pasa?
- Nada, no sucede nada, adiós.
Silvia apagó la computadora, y se fue a la cama, sacó las píldoras del blister, y las ordenó prolijamente. Puso la bebida de ambarino color en el vaso, se sentó en la cama y apagó la luz. La luna daba un tenue color celeste a la habitación cubriéndola de paz, cuando tomó las primeras dos cápsulas y un sorbo de la bebida. Respiró hondo, tenía tiempo… lo iría haciendo poco a poco. Levantó otras dos cápsulas, cuando el sonido del teléfono la sobresaltó.
¿Qué sucedía? ¿quién podía ser? A esta hora solo la llamarían si hubiese algún problema… Levantó el tubo,…sonido de ocupado. Seguramente alguien se había equivocado de número; pero nuevamente sonó…
- Hola, quien habla?
- Soy yo, Deco. No lo hagas amiga!! Sé lo que estás intentando, te lo ruego no lo hagas!
La sorpresa la dejó callada un instante, mientras pensaba… como podía saber el número? ¿Cómo intuía lo que intentaba hacer? ¿Por qué se había comunicado con ella?
El muchacho no dejaba de hablar, decía que debía seguir adelante, que la vida era bonita y no importaba lo que tuviera que afrontar. Las palabras le salían a borbotones, trataba de calmarla y darle fuerzas. Conversaron durante muchos minutos, hasta que le arrancó una promesa…
- Quédate tranquilo, no lo haré. Mañana conversaremos. Gracias por tus palabras, yo también te quiero mucho, amigo…
Ha pasado el tiempo, Silvia sigue fluctuando entre buenos y malos instantes, pero este incidente le dejó una enseñanza…
Nadie está tan solo como para que no le importes a alguien, todos tienen momentos difíciles. La vida es un largo y escabroso sendero, pero siempre merece la pena transitarlo (*).
Si no quedan esperanzas, fe y sueños, igualmente hay motivos para seguir; aunque más no sea tenderle una mano al amigo, a ese que en algún instante puede estar dirigiéndose hacia el abismo; lugar del que ella pudo escapar, porque hubo quién la volviera al camino.

(*) “La vida tiene sentido y vale la pena siempre de ser vivida” Víctor E. Frankl
NOTA: La imagen que ilustra el cuento fue extraída de internet

Magui Montero

5 comentarios:

Ana dijo...

Interesante.
Muy interesante.
Un Abrazo.
Ana

Buen hombre dijo...

Hoy es casi mágico como se pueden desarrollar relaciones por Internet.
Incluso salvar la vida.

Magui Montero dijo...

Hola amigo! Este cuento tiene un sentido. Quise de alguna forma demostrar, que internet no solo permite curiosear o entretenerse. Bien usado, tiende lazos, crea amistades y une personas de ámbitos y cultura totalmente diferentes; pero que dentro de sí guardan sensibilidad, ternura y hasta dolores parecidos. Esto hace nacer vínculos muy fuertes entre quienes de otra manera, jamás se hubiesen conocido.
Muchos cariños!
Magui

Anónimo dijo...

Amo a las mujeres que... como tu, tienen tanto que decir que su obra te atropella como a mi hoy.

Hermoso blog y hermosa mujer detras-.

liby dijo...

¡Me deleité leyéndote por dentro Magui! Me hiciste vivir tus escritos...¡gracias! Te dejo la huella de mi paso por aquí...besitos y bendiciones
liby

Amo el mar

Amo el mar
fotografía tomada en la costa de Chile por Luis A. Gallardo Cortéz.