Algunas veces pienso...

Algunas veces pienso...
Fotografía tomada por Gustavo L. Tarchini

lunes, 16 de junio de 2008

El juego del entorno y el poder

El Poder yace en el trono, encaramado en su viejo pedestal solitario. Las amistades falsas reptan a sus pies cual ávidas serpientes, ansiosas de figurar, esperando el momento adecuado para clavar los colmillos envenenados. Ruines y mezquinos intereses ponen brillo en las miradas perversas.
Sabe que es fuerte, porque llegó hasta allí con el respaldo de todo un pueblo; pero la ceguera de haber llegado a la cúspide, el ansia de notoriedad y prestigio propio o de quienes lo rodean, hace que los miserables tomen actitudes en contra del verdadero soberano.
El entorno obsecuente se humilla hasta niveles superlativos, en busca de aprobación y reconocimiento que les permita ascender un peldaño más, hacia el círculo estrecho donde transitan los audaces, los arteros y los imbéciles útiles –que siempre hay- y se maquinan las situaciones más ominosas. Corren en tropel tratando de satisfacer caprichos, pero interiormente les crece como un rugido sordo, el resentimiento. Inventan creando permanentemente incidentes y sucesos; murmullos, dimes y diretes. Transgresores eternos de la fidelidad con dignidad, se dedican minuciosamente a quebrantar la confianza que depositaron en ellos y traman estrategias junto a quienes tienen mayor vinculación.
Trepan y caen, de acuerdo al inconstante y antojadizo reconocimiento del que son objeto, en el azaroso mundo del Poder. Repiten frases, plagian discursos y tratan de emular a antiguos líderes, en payasesca caricatura obsesiva; sin saber que todo tiene un límite.
El paso del tiempo es cruel y meticuloso, carcome los cimientos del mando, si no se lleva correctamente el timón. La popularidad naufraga, la intolerancia y el despotismo van minado su autoridad, rompiendo el vínculo que lo unía con el pueblo.
Cuando el barco está zozobrando, las ratas lo abandonan en loca carrera, gimiendo y suspirando por lo que no fue. Niegan cualquier nexo, reniegan, se burlan de quien hasta hace poco, aparentemente adoraban y juraban fidelidad. Intuyen que se está construyendo un fresco trono. Quizás logren, al irrumpir la nueva etapa, vulnerar las defensas del soberano, cantarán loas a la naciente autoridad, acogerán pletóricos de gozo su llegada. Susurrarán a su oído palabras que conocen, por vieja experiencia, hasta lograr ser un destacado entre las flamantes huestes, que les permita ser influyentes, acercándose al prestigioso electo. Tal vez puedan, con tenacidad férrea, por esas vicisitudes del destino, conseguirlo. …Y una vez más girará la rueda, nuevamente se estará pariendo un Poder.
Hay límites que deben ser respetados. Cada Autoridad puede ser fuerte por si misma siguiendo el camino de la honestidad, buscando la verdadera felicidad de quienes lo eligieron para gobernar, aceptando sus errores y corrigiéndolos a tiempo.
Nunca deberá olvidar que la gente depositó junto con su voto las esperanzas. Jamás deberá nutrirse de la obsecuencia y el servilismo, pues si esto ocurriera, se irán desdibujando las virtudes, grisando capacidad y eficiencia; desacreditando la maravillosa esencia de la Democracia.


Magui Montero

Nota: La fotografía fue bajada de internet.
Nota 2: Hace mucho tiempo que había escrito esta reflexión, creo que es el momento de mostrarla. No tiene que ver con un gobernante, con un lugar o con una circunstancia. Sucede cuando se equivoca la senda. Yo no estoy en contra de nadie, estoy a favor del futuro de mi país. VIVA LA PATRIA!

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Amo el mar

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fotografía tomada en la costa de Chile por Luis A. Gallardo Cortéz.