Piel cobriza…
Cientos de surcos resecos
de lágrimas no vertidas,
y sudor bebido amargo
marcan sombras infinitas.
Tu voz silente está ahogada
de tanto guardar la risa
parco, duro como el monte
solitario el eremita
Las manos secas, y toscas,
parecen garras crispadas
no conocen de caricias
fueron forjadas con hacha.
Ah dulce y agreste hombre,
si alguien pudiera darte
un puñado de ilusiones
que tu patrón no te saque,
pero solo tienes eso,
talar madera del monte…
para cambiarla por yerba,
y tal vez para embriagarte;
llevar el pan a tus hijos
y a tu mujer avisarle
que el patrón dijo que pronto
el mayor podrá quedarse.
Cientos de surcos resecos
de lágrimas no vertidas,
y sudor bebido amargo
marcan sombras infinitas.
Tu voz silente está ahogada
de tanto guardar la risa
parco, duro como el monte
solitario el eremita
Las manos secas, y toscas,
parecen garras crispadas
no conocen de caricias
fueron forjadas con hacha.
Ah dulce y agreste hombre,
si alguien pudiera darte
un puñado de ilusiones
que tu patrón no te saque,
pero solo tienes eso,
talar madera del monte…
para cambiarla por yerba,
y tal vez para embriagarte;
llevar el pan a tus hijos
y a tu mujer avisarle
que el patrón dijo que pronto
el mayor podrá quedarse.
Magui Montero
No hay comentarios:
Publicar un comentario