Algunas veces pienso...

Algunas veces pienso...
Fotografía tomada por Gustavo L. Tarchini

lunes, 28 de abril de 2008

PENSAMIENTOS LIMPIOS

Cuantas veces hay sucesos o palabras que se leen y despiertan reflexiones. Los libros abren puertas al conocimiento, hacen soñar, recuerdan seres queridos, imaginar situaciones vividas, y lo maravilloso que tiene la vida. Las alas de la ilusión que uno creé que están rotas o no existen, siguen ahí, aunque tienes miedo de golpearte de nuevo cuando sufres desilusiones.
Y piensas; puede suceder que no estés de acuerdo con lo que otros autores escriben, o los razonamientos sean diferentes; sin embargo eso te hace observar mejor, limpias la mirada y encuentras que todos desde los diversos ángulos en que opinemos, tenemos cosas comunes. Es tratar de mejorar, no hay quien haga las cosas, apostando a lo que es incorrecto o malo para sus amigos o su familia. Algunos tenemos más pudor o nos cuesta compartir sentimientos, pero eso no depende de lo que esté dentro del corazón, sino de la facilidad con que uno cuente para expresarlo.

Hace poco leí que a las cosas viejas hay que tirarlas u olvidarlas, ¿Por qué? No necesariamente lo que es viejo es sinónimo de inservible. Las tarjetas que se guardan te hacen recordar momentos gratos compartidos. Es maravilloso poder ver ancianos disfrutando a lado de sus nietos, y a la gente adulta transmitiendo sus experiencias a los más jóvenes.

Se puede rescatar todo lo que la gente madura nos enseña; el trayecto, el ejemplo, o incluso los desaciertos propios o ajenos, son buenos para no repetir errores al paso del tiempo. Allí nos dirigimos, al nudo principal de este tema, la Educación. Cada acción de un adulto es ejemplo, bueno o malo para los más jóvenes.

Al que tropieza, se lo debe ayudar a incorporarse. Si así no fuera, ¿Cómo nuestros niños aprenden a caminar? La enseñanza debe ser realizada por medio de la ternura y la palabra grata; los gritos asustan, la agresividad de palabra o de hecho lastiman el alma y dejan cicatrices que son difíciles de borrar. El cariño aunado a la firmeza, como método de educación, permiten conseguir idénticos resultados.

Los seres humanos debemos aprender a comunicarnos, la belleza de la convivencia sin agresiones nos permite crecer a todos. Lo que se debe exigir, es respeto, tener ideas claras, pero inevitablemente no se puede renunciar a normas de conducta y es dentro de la familia donde se aprende a desarrollar nuestro comportamiento en sociedad. La verdadera libertad reside en hacer las cosas correctas, siendo uno mismo y respetando a cada uno de los seres que nos rodea.
Se debe continuar creciendo, para el bien de todos, buscando un equilibrio, evitando lastimar a quienes son parte de nosotros.
Magui Montero

Amo el mar

Amo el mar
fotografía tomada en la costa de Chile por Luis A. Gallardo Cortéz.