Silencio herido por gritos
de pájaros anfitriones.
El viento despeina nubes
rasgadas cerca las cumbres.
Los caminitos de piedra
Serpentean entre jumes.
Dedos gigantes señalan
blasonando mansedumbre
al sol que desde lo lejos
pinta colores de herrumbre.
Son los cactus milenarios
que erguidos colocan lumbre
al claroscuro gimiente
del eco que no sucumbe.
Las casitas somnolientas
pintan de luz los azules,
mezclándose con los verdes
del agua llena de luces,
que se pierde en las gargantas
resecas..., y se consume.
Magui Montero
de pájaros anfitriones.
El viento despeina nubes
rasgadas cerca las cumbres.
Los caminitos de piedra
Serpentean entre jumes.
Dedos gigantes señalan
blasonando mansedumbre
al sol que desde lo lejos
pinta colores de herrumbre.
Son los cactus milenarios
que erguidos colocan lumbre
al claroscuro gimiente
del eco que no sucumbe.
Las casitas somnolientas
pintan de luz los azules,
mezclándose con los verdes
del agua llena de luces,
que se pierde en las gargantas
resecas..., y se consume.
Magui Montero
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