Algunas veces pienso...

Algunas veces pienso...
Fotografía tomada por Gustavo L. Tarchini

viernes, 25 de abril de 2008

MIS CIELOS

Me revuelvo en la cama, noche de calor intenso y chicharras, las voces que dicen frases desde una emisora radial y hacen retroceder en el tiempo, a otras veladas en que por una razón diferente, también quedaba pegada a las locuciones que susurraban cosas, menos bonitas, más angustiosas.
Invierno, frío intenso, el mate que acompañaba largas madrugadas sin sueño, pensando en seres que estaban allá, muy lejos de su provincia, defendiendo un pedazo del arrebatado suelo argentino; esperábamos una señal, noticias buenas, algo que nos dijera que todo estaba bien y lo que mi mente perversamente imaginaba, eran solo pesadillas.
Mis chicos debatiéndose entre el frío, el miedo y la oscuridad, aferrados a las armas, mientras sus labios resquebrajados murmuraban los nombres de sus seres queridos o musitaban la protección de Dios en oraciones que fortalecían el espíritu, totalmente convencidos de hacer lo correcto, defendiendo ideales profundos; con la convicción de saber dentro de si, que no importaba entregar su juventud, ni su sangre, si ello era necesario, para defender la Patria.
Los gritos, los ayes, las explosiones, la humedad de ese suelo barroso, tan extraño y tan suyo. La incongruencia de lo desconocido y lo intensamente amado, del hambre atenazando las entrañas y los dedos agarrotados esperando un nuevo amanecer, suspirando por un día con sol que les recordara la tibieza del terruño, mientras la niebla lo cubría todo.
Y me sentía junto a ellos, los pensaba. Ya estaba hecho, errores acumulados por quienes decidían el futuro. ¿Que importaba de quien eran las culpas? Eso no era concluyente.
Ha pasado el tiempo, vuelvo al intenso calor del verano santiagueño y las Malvinas lejanas y profundamente insertadas dentro mío.
Me revolvían las entrañas las burlonas risas de quienes no entendían nada, porque no tenían el mínimo respeto por mis héroes muertos, aquellos que descansan en las profundidades del mar o en cientos de anónimas cruces blancas, en medio del eterno viento del sur; rodeadas también de un cerco blanco; y el sol que no entibia ni un poquito ese pedacito de tierra argentina.
Ha vuelto la Paz, pero a través del tiempo he aprendido a aceptar a los irresponsables, a los inmaduros de corazón, a los poco o nada enamorados de nuestra tierra, y sin embargo la diaria convivencia con ellos me enseña que también son hermanos argentinos.
Aunque hay quien no lo llegara a valorar, un puñado de otros muchachos nunca volvería junto a los suyos; habían quedado para siempre en nuestro usurpado Territorio Nacional, por el que dieron su vida. Estaban bajo un igual cielo hermanándonos a todos, porque aun lejanas, Las Malvinas ES MI PAÍS, ARGENTINA.

A los soldados de mi patria
NOTA: LA FECHA EN QUE LO PUBLICO, NO ES UNA MERA COINCIDENCIA.
Magui Montero

Amo el mar

Amo el mar
fotografía tomada en la costa de Chile por Luis A. Gallardo Cortéz.