Algunas veces pienso...

Algunas veces pienso...
Fotografía tomada por Gustavo L. Tarchini

jueves, 17 de abril de 2008

LA TRAMPA

Me gustan los desafíos, acuso los golpes, pero puedo responderlos. Probablemente la manipulación de la que soy objeto, para diversión o entretenimiento de algunos aburridos, no afecta mi espíritu, sin embargo sirve para acompañar tardes sin demasiadas cosas por hacer, o mucho por realizar pero pocas ganas, porque significa renunciar a otras banalidades.
Creo que la principal idea parte del porque sigo este juego; cual es el sentido que tiene responder a las situaciones que enfrento. La mente es algo extraño, nos hace sacar lo guardado dentro, mezcla de sentimientos y pensamientos; esto puede ser bueno o malo, depende de cada uno, probablemente surja todo simultáneamente, ayuda al análisis que habitualmente se realiza en silencio, fuera de lo que otras personas puedan opinar.
Al poner estas ideas por escrito, uno mismo se enfrenta con sus miedos y hasta la indiferencia con que actuó frente a determinadas situaciones. Puedo afirmar que realmente sirve para poder crecer como ser humano; de nada valen las amenazas, simplemente expreso lo que creo mejor tanto para las personas que amo, como para quienes son parte de mis afectos. Aquí no es importante la actitud de “los otros” importa cual es mi forma de vida, cambiar actitudes y ser ejemplo; no solo a través de lo bueno, sino para que lo malo no envenene nuestra existencia.
Cuando repito palabras, cuando elijo sinónimos y no los encuentro, cada hoja del diccionario en un chispazo, que parpadea frente a mi, puedo elegir captar la idea o pasarla por alto, pero inevitablemente debo ver que es lo que se sugiere.
¿Esto significa que puedo ser moldeada y obligada a hacer lo que yo no deseo, o lo que otros quieren que haga? No lo sé, supongo que quiera o no, finalmente terminaré aceptando que la presión de la que soy objeto es agobiante; pero hay algo en lo que seré criteriosa; no haré algo en contra de lo que son mis propias pautas de conducta. Sé que tengo valor para resistirme a las trampas que se ubican frente a mí, pero las observo como pruebas que Dios puso en mi camino para abrirme los ojos.
Algunas veces nos vemos en situaciones en que debemos reprender a nuestros hijos, pero eso no significa que no los amemos, solo tratamos de ayudarlos. Leo y releo, cada frase, las palabras se van transformando y toman diferentes sentidos. ¿Es un juego de ideas? ¿Estoy siendo usada para expresar algo diferente? ¿Porque a nadie se le ocurrió hablarme frontalmente y decirme que es lo que sucede? ¿Soy parte de un experimento o simplemente es mi imaginación? Creo que algún día terminaré por ver todo claramente, o al menos eso es lo que espero.
Debo aceptar que estoy cambiando; tengo errores, aunque cada momento siento que es más fácil caminar sin tropiezos. La adaptación resulta difícil; pero sé que puedo llegar a lo que me propongo, esforzándome. Trato de no defraudar a las personas que creen en mí y cumplir con mis promesas; los sentimientos me hacen sufrir, tengo la certeza de que estoy haciendo lo más adecuado, pero actuaré pausadamente.
Unas frases que tengo presente son imprescindibles para cerrar estas palabras. “Hay quienes intervienen para que algo pase, hay quienes observan lo que pasa y hay quienes ni se imaginan que está pasando” Aunque dentro de mi, hay otras más valiosas: “Quizás la grandeza de un oficio consiste más que nada, en unir a los hombres. Solo existe un lujo verdadero, y es el de las relaciones humanas” es de alguien a quien admiro A. de Saint Exupery, el autor de “El Principito”.

Magui Montero

Amo el mar

Amo el mar
fotografía tomada en la costa de Chile por Luis A. Gallardo Cortéz.